Origen de Nuevo Schoenstatt en Florencio VarelaNuevo Schoenstatt, en Florencio Varela, es fruto de una larga búsqueda y de innumerables sacrificios de las primeras Hermanas de María en la Argentina. Ellas llegaron a nuestra patria en 1935 para atender a la Comunidad Católica de habla alemana de Villa Ballester, pero también para fundar aquí el Movimiento de Schoenstatt. Desde la Argentina fueron enviadas en 1937 algunas Hermanas a Nueva Helvecia, Uruguay, donde fundaron un colegio. En aquella época existía un solo Santuario de Schoenstatt, el Santuario original, en Alemania. En Uruguay, las Hermanas también comenzaron a trabajar en la fundación del Movimiento de Schoenstatt, y en esa situación se cuestionaron sobre la posibilidad de construir una réplica del Santuario original, ya que era muy difícil que las personas captaran la esencia del carisma de Schoenstatt sin la experiencia del Santuario, que le da origen. Entre tanto, en medio de la segunda guerra mundial, el Padre Kentenich se encontraba prisionero en el campo de concentración de Dachau y no podían consultarle su parecer. Entonces, después de considerarlo entre ellas y de rezar mucho para descubrir la voluntad de Dios, llegaron a la conclusión: el Padre Kentenich nos envió a construir el Movimiento de Schoenstatt; Schoenstatt no puede crecer sin el Santuario; por lo tanto, el Padre Kentenich estará de acuerdo en que construyamos el Santuario. De este modo, en plena fidelidad creadora al espíritu de su fundador, construyeron el primer Santuario filial del mundo, que fue bendecido en 1943. Cuando el Padre Kentenich visitó Latinoamérica en 1947 y experimentó en persona la realidad de ese Santuario filial, donde fluyen las mismas gracias que en el Santuario original, vio con claridad que la Santísima Virgen quería establecerse de este modo en todo el mundo, y comenzó a fomentar la construcción de Santuarios filiales. En 1948 encargó a las Hermanas buscar un lugar apropiado para un Santuario y su casa provincial en la Argentina. A menudo explicó: “Sin el Santuario no podemos hacer nada”. Él debía ser el hogar de una “nueva comunidad”, la cuna de “hombres nuevos”, el taller en el que la Santísima Virgen forjara los instrumentos para la conquista del Reino del Padre en la Argentina. Las Hermanas buscaron durante mucho tiempo el terreno adecuado. Varias veces vieron frustradas sus expectativas. Tampoco contaban con los fondos necesarios. Incluso el Padre Kentenich aportó para los ahorros, al darles el dinero que recibía por los ejercicios espirituales y los retiros que dictaba, y lo que ahorraba al caminar en vez de tomar el colectivo. En octubre de 1950 vieron por primera vez el terreno de casi 10 hectáreas en Florencio Varela. Tenía muchos cítricos y otros árboles frutales, un chalet grande y tres otras pequeñas casitas, pero el costo era muy elevado para sus posibilidades. En enero de 1951 el Padre Kentenich visitó por primera vez el lugar y exclamó: “¡Qué hermoso es esto!” HistoriaDespués de mucho esfuerzo y trabajo de las Hermanas para juntar los fondos necesarios, y de acompañar todo el proceso con continua oración, el 21 de junio de 1951 compraron el terreno en Florencio Varela y allí se establecieron el mismo día. Al domingo siguiente rezaron por primera vez 1000 Avemarías en acción de gracias a la Santísima Virgen. Los yuyos tenían más de un metro de alto, los frutales estaban apestados, pero las Hermanas enseguida pusieron manos a la obra. Con mucho esfuerzo fueron embelleciendo el lugar. El dueño anterior les había dejado un caballo y algunos conejos. Al poco tiempo pudieron cosechar verdura, compraron una vaca; y fueron llegando los primeros pollitos, chanchitos, patos y gansos. El 15 de agosto de 1951 se colocó la piedra fundamental del Santuario. El incipiente Movimiento de Schoenstatt en la Argentina también hizo suya la construcción del Santuario por medio de sus oraciones, sacrificios y aportes materiales. En especial en la Juventud Femenina de aquel entonces surgieron varios grupos que se entregaron como cimientos espirituales del futuro Santuario. El 20 de enero de 1952 el Santuario fue bendecido por el Padre Kentenich, quien había prometido a las Hermanas que vendría desde cualquier lugar del mundo a bendecirlo. Fue un día de gracias pero también de profundo dolor, ya que el Padre Kentenich se encontraba camino al lugar donde pasaría exiliado 14 años, en Milwaukee, Estados Unidos. En la homilía del día de su bendición, el Padre Kentenich describió este Santuario como “un signo de fe, de unidad, de lucha y de victoria”. El 2 de febrero del mismo año, se le regaló a la Santísima Virgen en el Santuario la corona (que actualmente se encuentra en exposición en el oratorio del Padre), y el 19 de marzo el Padre Kentenich colocó el primer símbolo del Padre (también se encuentra en el oratorio del Padre), como expresión de la misión de este Santuario de regalar gracias de filialidad. Otras fechas significativas
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