Entorno
del Santuario

Parque

Todo el parque, con su atmósfera de paz y armonía, es una invitación al encuentro con Dios. Dentro del mismo, se pueden visitar diferentes lugares.

Al recorrer el gran vía crucis podemos unirnos al Señor en el camino de su Pasión y meditar en cada una de las catorce estaciones que lo conforman.

El altar de peregrinos fue construido en 1958 por las Hermanas de María con sus propias manos. La gran cruz de madera que está en su centro, habla de sacrificio y victoria. Este altar, que se utiliza para grandes celebraciones al aire libre, es también símbolo de un aspecto esencial de la misión de Schoenstatt: ser un lugar de peregrinación y poner en marcha un vasto movimiento popular y de peregrinos.

Detrás del altar está el cementerio de las Hermanas de María, en el que se encuentran las tumbas de las Hermanas que entregaron su vida en el servicio del Reino del Padre en la Argentina, Uruguay y Paraguay, países que conforman esta Provincia de Hermanas de María. Asimismo, allí podemos ver una placa de piedra que tiene grabados los nombres de algunas Hermanas que también entregaron sus fuerzas en nuestras patrias pero que fallecieron en otro lugar.

En la cercanía del Santuario, la estatua del Padre José Kentenich nos da la bienvenida. Innumerables peregrinos se acercan para contemplarlo de cerca, dialogar espiritualmente con él a través de este símbolo, y confiar a su intercesión todas sus preocupaciones y anhelos. Así como en vida estuvo de manera incansable a disposición de todos los que acudían a él, así creemos también que hoy, desde el cielo, continúa poniendo a nuestra disposición su paternidad sacerdotal y se preocupa de todos los que se le confían.

En el mismo lugar en donde se encuentra la estatua, estuvo parado el Padre Kentenich en 1952, cuando vino para bendecir el Santuario.

La estatua es una conquista espiritual y material de todo el Movimiento de Schoenstatt en la Argentina, como regalo para el jubileo de oro del Santuario, celebrado en el 2002. En esa ocasión, sus hijos espirituales reunidos en un encuentro del Movimiento de Schoenstatt en la Argentina, renovaron la disposición filial ante el Padre Kentenich como su Padre y Fundador y el compromiso con su misión, con las mismas palabras con que lo habían hecho ya 10 años antes, cuando se bendijo la Iglesia de Dios Padre:

“Padre, vamos contigo:
nuestro corazón en tu corazón,
nuestro pensamiento en tu pensamiento,
nuestra mano en tu mano.
Padre, tu herencia nuestra misión.”

Y expresaron el anhelo de ser: “Desde tu Santuario, esperanza para la Iglesia y el mundo”.

El camino de casuarinas, que cruza gran parte del predio, fue un lugar preferido por el Padre Kentenich para conversar, meditar y rezar, por eso también se lo conoce como “camino del Padre”.

A la derecha de la playa de estacionamiento, nos encontramos con un portón verde, acceso al Jardín de María, cuyo centro es la estatua de la Inmaculada. El Jardín de María, con sus diversos canteros de flores, nos recuerda lo que toda la Obra de Schoenstatt debe llegar a ser, según el legado de su fundador: “Un jardín de pequeñas Marías que, en y con Cristo, giran en torno al Padre Dios”. En este jardín que rodea el chalet más antiguo de Nuevo Schoenstatt, el Padre Kentenich saludó a las Hermanas cuando llegó para la bendición del Santuario en 1952.